Bola ocho

En tus ojos encontré la luz que tanto me excitaba. En tus labios encontré el interruptor que la activaba. Sin desear algo más que tu dignidad, te arrastrabas hasta mi cama, sin suelo.

Tus suaves manos mostraban tu poca experiencia con los demás, pero mi cuerpo te llevaba hasta ver estrellas, tocarlas, tocarla, tocarlas, todo en un movimiento circular.

No creía que fueras todo lo que mi vida buscaba, hasta que en la esquina deje algo más que lastimaba, y sólo me refería a lo que te hace sudar, diciendo "Te quiero".

Y tu pobre corazón se rompía en pedazos, cuando supiste la amarga verdad que envolvían mis abrazos, yo te adoro, te deseo, te sueño y te vivo, todo en un mismo índice.

Me gustabas tú, pero tenía miedo de fallar. Me besas tú, mi gran cariño, pero no encontraba el camino al billar, por eso, estás aquí, viviendo lentamente, día a día, minuto a minuto, todo tú.

José Daniel González Hernández